Las tierras raras y otras materias primas críticas se han consolidado como recursos estratégicos esenciales para el avance tecnológico, la transición energética y la defensa. Estos elementos han ganado una relevancia exponencial, transformándose en factores clave de la geopolítica mundial. Grandes potencias como Estados Unidos y la Unión Europea buscan reducir su dependencia del monopolio chino en la producción y refinamiento de estos materiales.
Un recurso clave para la industria moderna
A pesar de su nombre, las tierras raras no son tan escasas como podrían sugerir y no se presentan como «tierras» en el sentido literal. Son 17 elementos químicos vitales en la fabricación de dispositivos electrónicos, turbinas eólicas, baterías de vehículos eléctricos y tecnología aeroespacial. Elementos como el neodimio son fundamentales para la producción de imanes ultrapotentes, esenciales en motores eléctricos y sistemas de defensa.
De acuerdo con la ONU, la transición energética triplicará la demanda de materiales como cobre, litio, níquel y cobalto en las próximas décadas. En Europa, se proyecta un aumento significativo en la necesidad de aluminio (6,4 veces), cobre (10,2 veces) y níquel (16 veces), lo que ha impulsado una intensa búsqueda de alternativas de suministro.
El dominio chino y la respuesta global
China domina actualmente la mayor parte del refinamiento de estos minerales, controlando cuotas del 95% en manganeso, 73% en cobalto y 67% en litio. Esta estrategia geopolítica incluye inversiones en África y América Latina, así como la adquisición de infraestructuras clave en el comercio marítimo global. Un claro ejemplo de su influencia es su control sobre la República Democrática del Congo, donde posee grandes explotaciones mineras.
La respuesta global no se ha hecho esperar. En 2010, China utilizó las tierras raras como una herramienta geopolítica, suspendiendo exportaciones a Japón y elevando los precios. Desde ese momento, la Unión Europea ha ampliado su lista de materias primas estratégicas, sumando 34 elementos esenciales para la industria y la seguridad.
Europa busca autonomía
En su estrategia de diversificación, la Comisión Europea ha fijado ambiciosos objetivos para 2030. Se propone extraer el 10% de su consumo, procesar el 40% y reciclar al menos el 25% de los materiales clave cada año. Además, ha firmado acuerdos con países como Canadá, Chile, Congo y Zambia, buscando diversificar sus fuentes de suministro.
España, país con una larga tradición minera, ha identificado importantes yacimientos de tierras raras en ciudades como Ciudad Real, Pontevedra, Almería y Canarias. Además, destaca como el único productor de sepiolita y celestina en la UE, y ocupa posiciones estratégicas en la extracción de cobre y bentonita.
El futuro de la industria
El futuro de la industria dependerá de la capacidad de las economías occidentales para diversificar el acceso a estos minerales. La competencia por el control de las tierras raras y materias primas críticas será una de las batallas geopolíticas más determinantes del siglo XXI, ya que estos recursos esenciales podrían redefinir el equilibrio de poder global.